Acordarse de no volver a querer ahorrar tiempo enjuagándose la boca con flúor al mismo tiempo que lavándose la cara, y sobre todo bajo ningún concepto secársela con la toalla mientras el flúor permanezca dentro de la boca.
(A riesgo de acabar rociada de flúor y jabón, de darse un golpe contra la ducha, accionándola con la consiguiente inundación catastrófica, y de acabar con el orgullo herido.)
1 comentario:
Nota mental(II: Es caso de que vuelva a suceder, tener preparada la cámara de vídeo.
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La vida, la vida.