Y cuando pienses, sí, admito que soy torpe, pero ya estoy saliendo de ese círculo vicioso, entrarás en la cocina y minutos después te despertarás tendida en el suelo junto a la puerta del lavavajillas, con platos y cubiertos a tu alrededor y algún que otro moratón. Pasada la perplejidad, suspirarás aliviada al comprobar que tu orgullo se mantendrá intacto. No hay testigos.
PS. La ilusión se hará añicos cuando te des cuenta de que la chica de la limpieza lleva un rato gritándote si estás bien. (Que vaya con la pregunta retórica, se las trae.)
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La vida, la vida.