lunes, 4 de junio de 2012

Worthless

Miro la sonrisa congelada en sus fotos y me pregunto ¿qué pudo ir mal?

Una vida entera fingiendo no darse cuenta de la vida, ¿así quieres vivir? Sin más, sin pensar. Dejando que se pase la vida. Con pequeños laguitos de alivio como ayer, o el pasado.

Vivir es una decisión. Siempre igual, siempre en círculos. Siempre llega un momento "PUES NO, HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO" y vuelta y vuelta y vuelta a todo.

Ahogo psicológico. Soy mi fantasma.

2 comentarios:

Jon Machalón dijo...

Sólo puedes ser tu fantasma hasta que te das cuenta de lo descabellado que resulta. Te aconsejo pensar en el tiempo, en la muerte, en el hecho de que algún día dejarás de existir, tú y todos los problemas que ahora te amenazan. Pero no vale pensar en ello en cualquier momento, tiene que ser por la noche, cuando te vayas a dormir, tumbada en la cama.

Entonces, después de un rato y sin previo aviso, llegará esa sensación de vértigo, de angustia y de realidad tan cruda que no podrás desmentirla, porque en el fondo de tu alma sabes que es lo único irreparable que hay en este mundo. Un vacío interno, como un agujero negro que no puedes llenar con otros pensamientos; lo absorbe todo. Y sólo entonces, durante un microsegundo, mientras eres consciente del horror de lo efímero, puedes entender la magnitud de tu voluntad, y darte cuenta de que no existe limitación alguna para tus metas.

Para conquistar la vida sólo hace falta encontrar su horizonte. ¿Por qué elegir ser un fantasma, pudiendo tenerlo todo?

Dani dijo...

No entiendo tu entrada. Pero seguro que te ayuda una pequeña fábula. Se llama "La fábula de la ardilla, el señor de bigotes y el bol de cereales". Va de una ardilla, un señor de bigotes y un bol de cereales que juegan naipes. Besis.

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La vida, la vida.