Cualquier cosa, por muy pequeña que sea, ¡no puede perderse en una mochila! Aunque a veces demos por irrecuperable dicho objeto, y cuando lo encontramos sentimos un alivio muy reconfortante. ¡Por fin he encontrado la minúscula llave de mi casillero qué pinté de rojo (entre otras cosas, para que destacara más y evitar que pasara lo que creía que había pasado) que había dado por perdida! (Sí, evidentemente, llevaba toda la semana en el bolsillo pequeño de mi talego.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La vida, la vida.