Juro que un minuto antes de comenzar, me sentía como si lo que hiciera durante esa clase decidiría si iba a morir o a seguir viviendo.
¡De verdad que no entiendo cómo he podido sobrevivir así tres años! ¡TRES AÑOS! Si es que deseaba que me pasase cualquier cosa, que me diese un ataque, romperme un brazo, torcerme un tobillo, quedarme atascada en el ascensor, que hubiese un coche bomba en la puerta del conservatorio, partirme un dedo, que el piano explotara, cualquier, cualquier cosa antes que tener que ver cómo la puerta se habría, y ver la Figura Imponente del Temible Holandés Errante, entrar en el aula y sentir ese calor sofocante que otros alumnos sudorosos y nerviosos, que han pasado por ella antes que yo, han dejado en el ambiente, sentir cómo los ya existentes retortijones en mi estómago crezcan y tomen las riendas de mi ciclo digestivo de una forma Brutal, y El Grande cierre la puerta y con eso dé por empezada, Irremediablemente Y Sin Que Nada Ni Nadie Pueda Impedirlo, la clase.
Pero tras haber sobrevivido Una Hora Entera bajo su terrible mirada, y sin ningún daño colateral, ¡¡creo que estoy preparada para pasar Cualquier Cosa!!
¡Ya me he quitado el mayor peso de toda la semana!
Y ahora, un importante refrán: Primero el deber, y luego el placer. ¡Allá voy, piano!
1 comentario:
Me alegra comprobar que has sobrevivido ^^
¿Que explotara el piano...? Jajaja
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La vida, la vida.