Es muy curioso. Hace tres años ya que no ves a tu antiguo profesor JM; hace tres años tomaste la decisión y te despediste del edificio de Paz. Parece que esa época corresponde a otra eternidad, a otra persona. ¿Por qué te gustaba tanto? Tú mismo lo bautizaste como edificio de Paz. Tal vez porque sentías que formabas parte de algo especial. Era, quieras o no, el sentido de tu camino tortuoso en otros aspectos. Tal vez en sí no lo amabas. Sí. Sí lo amabas. Desgraciadamente, también hiciste de tu existencia allí un desastre y como todo, te viste obligado a abandonar. La distancia, evidentemente, la hacen las personas. Hoy esa agonizante parte de ti ha vuelto para molestar o tal vez preguntar por qué. ¿Por qué te has distanciado de ti mismo? ¿Pero quién eres?
A pesar de todo sigues oyendo en tu cabeza, inmortales, los discursos de JM sobre las posibilidades que tendrías, odia verte, chico, chico, qué haces, sabés lo que quiero desir, clase tras clase, no aprovecharlas ni sacarles el máximo partido. Nunca se lo dijiste a nadie. Te creías muy humilde y lo achacabas a tu modestia, recogimiento, recato, timidez, moderación, docilidad, y todos los sinónimos del diccionario. Al fin y al cabo, que tuvieras una técnica, una sensibilidad y una capacidad inusual para expresarla no tenía mérito: habías nacido así. Evidentemente, era y es por vergüenza. Tantas voces inmortales que te recuerdan el brillo de una mediocridad que madura contigo, no lo entiendo, voces tan suaves y amistosas, a años luz.
Te sigues preguntando si todo era una quimera. Si fue cierto alguna vez. ¿Quién eres?
¿Dijiste curioso? Qué pena.
Banda sonora.
1 comentario:
Extraño que la modestia sea a veces el camino de ascenso más fácil para el ego, y sin embargo también su resbaladiza cuesta de caída... Es demasiado tentador engañarse a uno mismo.
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La vida, la vida.