miércoles, 30 de septiembre de 2009

¿Existe el destino?

Se llama Laura, pero la llaman Lor. Hoy está estudiando en su biblioteca preferida de la ciudad, esa que está junto a la sede de la orquesta sinfónica nacional. Le parece tan hermoso estudiar mientras por la ventana se cuelan pases de la obra que se practica en aquel momento. Le parece un ambiente tan tranquilizador... Incluso las matemáticas se le hacen menos pesadas si son acompañadas de una tenue melodía de algún gran compositor. Hoy, precisamente, practican la Pastorale de Beethoven. La sexta. Todas las ventanas están abiertas a causa del sofocante calor, así que los compases de la sinfonía se oyen con toda claridad.
Lor se permite a sí misma unos minutos de total atención a la maravillosa música que sus oídos no pueden evitar escuchar. Cierra los ojos y siente la brisa que juguetea con sus cabellos, parece que al compás de las notas. Siente que, si en efecto existe, eso es la felicidad. Sonríe.
De pronto, un estruendo rompe con su momentánea plenitud. Del susto, casi se cae de la silla (no sabe muy bien cómo). Con reproche, recorre con la vista la sala en la que se encuentra para encontrar al, ya denominado estúpido en su cabeza, causante de aquel repentino (y extremadamente molesto) ruido. Ya está lista para fulminar con la mirada a aquel inculto, torpe, e inepto, que se ha atrevido a interrumpir un momento tan solemne como ése, que es un irrespetuoso, porque, al fin y al cabo, esto es una biblioteca, qué diablos.

''Lo siento de verdad.''
Marrón.

Se ha topado con una mirada marrón que le ha pedido perdón. Sí, la mirada le ha pedido perdón, suplicante. Luego, recoge sus cosas y se marcha rápidamente.
Lor está estupefacta. No le da tiempo a reaccionar. Para cuando lo hace, la mirada ya está lejos para contestar. Estúpida, pero qué cara de tonta se te ha quedado. Se reprocha a sí misma que tal vez su semblante enfadado no haya cambiado a pesar de la clara petición de disculpa que se leía en esa mirada de color marrón caoba.



Ha decidido irse al Gran Parque a meditar, porque necesita relajarse un poco. Va a coger el autobús, pero justo antes de llegar a la parada, éste pasa delante de sus narices. Bueno, ahí enfrente está la Feria del Libro. Pasa cada diez, doce minutos, así que me da tiempo a darme un garbeo por aquí.
En un puestecillo de joyas de la literatura, Lor recuerda lo ocurrido hace unas horas. ''Pobre chico, no tendría que haberle mirado así. Ha sido el impulso, nada más. Se le habían caído los libros sin querer, eso le pasa a cualquiera, no habrá pensado que le odio o algo...'' Se sorprende echando de menos ese par de ojos marrón caoba. No le importaría volverlos a ver... ''Para disculparme, por lo menos.'' Se dice a sí misma que hasta ahora nunca había visto una mirada tan hermosa. El chico era alto, moreno. Seguramente universitario o algo parecido. Tampoco se ha fijado mucho. Supone que, seguramente lleva gafas de vez en cuando, porque estaba entre las cosas que se le habían caído. Cavilando estas cosas, descubre un libro con una pinta estupenda, no muy grande, diseño antiguo y clásico. Le encantan los libros con pinta de tener una pila de años. Se fija en el título y se decide por uno que llevaba tiempo queriendo leer.
-Perdone. Por éste de Unamuno cuánto pide?
-¿Por Del Sentimiento Trágico de la Vida? Mmm... Bueno, creo que lo pone ahí detrás, en lápiz. ¿Es para ti?
-Pues... Sí.
-¿No prefieres algo más liviano? Porque para digerir algo así a tu edad... ¿No prefieres algo de Pío Baroja?
-Eeh... Muchas gracias, pero creo que me quedaré con Miguel.
-¡Bueno, bueno, disfrútalo, jajaja!
Está metiéndose el libro en la mochila.

''Oiga, busco Lo que el viento se llevó. No lo tendrá en versión original...''


Lor se ha quedado estupefacta por segunda vez en un día. ¿Alguien está pidiendo en versión original en inglés uno de sus libros preferidísimos, uno de esos que tanto la han marcado? Y encima, tiene una corazonada. Ella sabe quién lo ha preguntado. Sabe qué par de ojos va a ver, qué mirada la va a atravesar si se da la vuelta...


¿Existe acaso el destino?

martes, 29 de septiembre de 2009

Un chiste interesante.

¿Tienes algún problema con alguien? ¿Crees que esa persona tiene un problema, que es una pesada, que dice estupideces, que descalifica todo lo que tú dices?


Un hombre llama al médico de cabecera de la familia.
-Roberto, soy yo, Justo.
Ah, hola! ¿Qué te cuentas, Justo?
-Pues mira, te llamo porque estoy preocupado por Marta.
-Pero, ¿qué le pasa?
-Se está quedando sorda.
-¡¿Cómo que se está quedando sorda?!
-Sí, de verdad. Necesito que vengas a verla.
-Bueno, la sordera en general no es una cosa repentina ni aguda, así que el
lunes tráemela a la consulta y la miraré.
-Pero, ¿tú crees que podemos esperar hasta el lunes?
-¿Cómo te has dado cuenta de que no oye?
-Pues... porque la llamo y no contesta.
-Mira, puede ser cualquier tontería, como un tapón en el oído. A ver, vamos
a hacer una cosa: vamos a detectar en nivel de sordera de Marta. ¿Dónde estás
tú?
-En la habitación.
-Y ella, ¿dónde está?
-En la cocina.
-De acuerdo, llámala desde ahí.
-¡¡Maaartaaaaaaa...!! No, no me oye.
-Bueno. Acércate a la puerta del dormitorio y grítale desde el
pasillo.
-¡¡Maaaartaaaaaa...!! No, ni caso.
-Espera. No te desesperes. Acércate a ella por el pasillo llamándola para
ver cuándo te oye.
Maaartaaa...! ¡Maaaaaaartaaaa...! ¡¡Maaaaartaaaaaaaaaaaaa...!! No hay
manera. Estoy delante de la cocina y la veo. Está de espaldas cocinando,
pero no me oye. ¡¡Maaartaaaaa...!! No hay manera.
-Acércate más.
El hombre entra en la cocina, se acerca a Marta, le pone una mano en el
hombro y le grita en la oreja:
-¡¡Maaaaaaaartaaaaaaa...!!
La esposa, furiosa, se da la vuelta y le dice:
-¿Qué quieres? ¡¿Qué quieres, qué quieres, qué quiereeeeeeeeeeeeeeeees...?!
¡¡Ya me has llamado como diez veces y diez veces te he contestado ''qué
quieres''!! Cada día estás más sordo, no sé por qué no vas al médico de una
vez...

¿Te has parado a pensar que puede que tengas tú el problema? Yo, muchas veces, no me doy cuenta...


(Chiste extraído de Déjame que te cuente, adaptación)

lunes, 28 de septiembre de 2009

Otra pequeña observación.

Cualquier cosa, por muy pequeña que sea, ¡no puede perderse en una mochila! Aunque a veces demos por irrecuperable dicho objeto, y cuando lo encontramos sentimos un alivio muy reconfortante. ¡Por fin he encontrado la minúscula llave de mi casillero qué pinté de rojo (entre otras cosas, para que destacara más y evitar que pasara lo que creía que había pasado) que había dado por perdida! (Sí, evidentemente, llevaba toda la semana en el bolsillo pequeño de mi talego.)

¡Prueba mortal superada!

Juro que un minuto antes de comenzar, me sentía como si lo que hiciera durante esa clase decidiría si iba a morir o a seguir viviendo.
¡De verdad que no entiendo cómo he podido sobrevivir así tres años! ¡TRES AÑOS! Si es que deseaba que me pasase cualquier cosa, que me diese un ataque, romperme un brazo, torcerme un tobillo, quedarme atascada en el ascensor, que hubiese un coche bomba en la puerta del conservatorio, partirme un dedo, que el piano explotara, cualquier, cualquier cosa antes que tener que ver cómo la puerta se habría, y ver la Figura Imponente del Temible Holandés Errante, entrar en el aula y sentir ese calor sofocante que otros alumnos sudorosos y nerviosos, que han pasado por ella antes que yo, han dejado en el ambiente, sentir cómo los ya existentes retortijones en mi estómago crezcan y tomen las riendas de mi ciclo digestivo de una forma Brutal, y El Grande cierre la puerta y con eso dé por empezada, Irremediablemente Y Sin Que Nada Ni Nadie Pueda Impedirlo, la clase.

Pero tras haber sobrevivido Una Hora Entera bajo su terrible mirada, y sin ningún daño colateral, ¡¡creo que estoy preparada para pasar Cualquier Cosa!!
¡Ya me he quitado el mayor peso de toda la semana!

Y ahora, un importante refrán: Primero el deber, y luego el placer. ¡Allá voy, piano!

sábado, 26 de septiembre de 2009

Hoy.

¿Vas a comerte el mundo?

La vida se mide en momentos.

Y en este momento digamos que inauguro el blog aunque lo creara hace mucho tiempo...
Y a día de hoy, me digo a mí misma... ¿Dónde está esa sensación? De sentir cómo cada célula de tu cuerpo está viva, de que estás en este mundo conscientemente una vez y no más, de que sientes que eres feliz por el simple hecho de Ser Vida. ¡Estoy viva! Y sólo con darme cuenta de ello empequeñecer automáticamente cualquier mal o problema, porque todo son pequeñas piedras que se pueden sacar fácilmente del zapato, qué más dará si estoy viva y estoy aquí por el destino, por suerte, por desgracia o por alguien superior, ¡pero Estoy Aquí y Ahora y voy a aprovecharlo!
Tuve esta sensación, me sentí de esa forma, y pensamientos de esta clase, casi literalmente los mismos, se pasaron por mi cabeza . Tuve esta sensación, tan fuerte que me hizo sentir plena, el día 16 de agosto de 2009.
Lo que ha ido pasando después tras ese día es, digamos, digno de ser borrado del guión. De poner rápidamente: Y fin de la historia. Y punto.
Me gustaría resumir la semana en unas pocas palabras clave: Oscuro. Infantil. Negro. Nudo desatado. Mariposas. Entre otras cosas... Yo me entiendo. Creo.
¿Saben? El once de agosto creí aprender una cosa: Que los sueños se hacen realidad y todo puede ser perfecto. Un día más tarde, puede que dos, me di cuenta de que, efectivamente, se hacen realidad, pero nunca como uno se esperaba. Duele. El día 26 de agosto deseé que aquella estúpida e infantil fantasía no se hubiese hecho realidad. 16 de septiembre: Ojalá no hubiese soñado con esa tontería nunca. ¡Si ya sabías que era una tontería..!
Tendemos a tropezar varias veces con la misma piedra.


''El tiempo pasa muy despacio para los que esperan...''