lunes, 28 de septiembre de 2009

Otra pequeña observación.

Cualquier cosa, por muy pequeña que sea, ¡no puede perderse en una mochila! Aunque a veces demos por irrecuperable dicho objeto, y cuando lo encontramos sentimos un alivio muy reconfortante. ¡Por fin he encontrado la minúscula llave de mi casillero qué pinté de rojo (entre otras cosas, para que destacara más y evitar que pasara lo que creía que había pasado) que había dado por perdida! (Sí, evidentemente, llevaba toda la semana en el bolsillo pequeño de mi talego.)

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