domingo, 24 de enero de 2010

Frédéric Chopin

"Bach est un astronome qui découvre les plus merveilleuses étoiles.
Beethoven se mesure à l'univers. Moi, je ne cherche qu'à exprimer l'âme et le
coeur de l'Homme."

sábado, 23 de enero de 2010

Oda la hilaridad III

''Mike y yo ya nos habíamos asentado en España. Mi madre decidió venir a visitarme para un par de semanas, y así conocía a la familia de Mike, y yo quería enseñarle algo de este país. Y bueno, llegó el día en que las suegras se iban a conocer.
Mike y yo estábamos nerviosos, primero, porque no sabíamos si iban a conectar, y segundo, lo más importante, ¿cómo iban a comunicarse? Ninguna de las dos conocía el idioma de la otra. Mi madre sabe algo de inglés, pero ya... Y la madre de Mike sólo español. Podía traducir yo, pero seguro que querrían hablar solas también.
En fin, que llegamos, y todo comenzó muy bien. Estuvimos hablando los cuatro estupendamente, y mientras paseábamos, ellas, como ya estaban cansadas, se sentaron en un banco, y les dejamos solas, espectantes por lo que podía pasar. Desde lejos les miramos, intrigados. Se sonreían la una a la otra, charlaban animadamente, mezclando sus idiomas con gestos, muecas y sonidos. Incluso se reían de vez en cuando por algún chiste que habían comprendido ambas. Eran genial, se veía que se entendían perfectamente. Después de un rato, volvimos con ellas. Les pregunté a las dos (a cada una en su respectivo idioma, claro) que qué tal había ido, y las dos se miraron, muy contentas, y sonrieron, y mi madre me dijo: ''Maravilloso, hemos hablado de ropa y coincidimos en muchos gustos'' , y mi suegra me contó, a su vez ''Muy bien, le hemos hablado de lo difícil que es tener hijos.'' Se volvieron a mirar, visiblemente satisfechas. Yo las miré a las dos, y estaban plenamente convencidas de que habían hablado de ropa y de niños. Cuando llegamos a casa y se lo conté a Mike, estuvimos horas riendonos. Por lo menos, las dos creyeron que conversaban bien a gusto. Aún me río recordándolo..."

Ah, las carcajadas.

sábado, 16 de enero de 2010

''La verdad sobre perros y gatos''

Abby: You forgot to say ''I love you because you're beautiful''.
Brian: No, I didn't. I mean, she is. But that's not why I love her.

Brian: You know how someone's appearance can change the longer you know them? How a really attractive person, if you don't like them, can become more and more ugly; whereas someone you might not have even have noticed... that you wouldn't look at more than once, if you love them, can become the most beautiful thing you've ever seen. All you want to do is be near them.

viernes, 1 de enero de 2010

''¡Estos españoles...!''

''¡Están locos estos españoles!
Imagínate, mama, ayer, ya faltaba poquísimo para que empezaran a dar las campanadas del nuevo año. Yo dejé mi copa de champán sobre la mesita de té y el perro-oso (porque es demasiado grande para ser llamado sólo perro) la tiró al suelo al mover la cola. La anfitriona fue corriendo a recoger los trozos para que nadie se cortara, y cuando ya había terminado casi de recoger, empezaron las campanadas. Ya conoces esa costumbre de comer una uva con cada campanada, ¿no? Sí, ya sé, ¡creo que les gusta empezar el año arriesgándose la vida de esa manera! Bueno, pues ella fue corriendo a tomarse las uvas, se sentó entre los dos sofás, en el reposabrazos de uno, y de pronto, oímos un estruendo y desapareció. ¡Sí, se había caído! ¡Y de qué manera! (risas) ¡Pero es que encima se puso a buscar las uvas que habían rodado por el suelo y se las seguía comiendo una a una! Tendrías que haberlo visto: Ella a gatas por el suelo, cogiendo granos de uva de debajo del sofá y tosiendo. Su hija, a su lado, de pie, con la boca llena de uvas y morada de tanto reír. El oso-perro corriendo alrededor de la mesa. El abuelo, que creía que ya habían terminado. La sobrina, que decía que si no las comes de dos en dos no tendrás buena suerte. La mitad de los demás intentando seguir las campanadas y la otra mitad sin saber cómo reaccionar al desafortunado percance de la anfitriona. ¡Y yo ahí mirándolos a todos, sin podérmelo creer! (risas) Sí, sí, en doce segundos. Pero lo mejor de todo, sin duda, era que, a pesar de todo, cada uno de los allí presentes siguió comiendo las uvas, una por una, a pesar de todo lo que les pudiese ocurrir.
Creo que estoy empezando a comprender lo importante que es para los españoles toda esa ceremonia de las uvas, mama. Si hubieras estado allí... (vuelven a reír) ''

Ya lo sabía.

No, no estoy hablando de ING direct. (JAJA broma fácil, qué gracia.)

Me refiero a que ya sabía que siento un miedo irracional a las duchas con cortinas. Cortinas opacas, claro. Sin ninguna lógica, siempre tengo la sensación de que puede haber algo ahí detrás, y las corro a un lado histéricamente, con lo que me puedo mediotranquilizar y dedicarme a los asuntos que uno tiene en un baño.

La cosa es que hoy, en un largo viaje en coche, hemos parado en un bar de carretera, típicamente cutre y lleno de humo de tabaco. He reafirmado mi pavor hacia todo aseo que tenga aspecto (al menos para mí) terrorífico, no sólo las duchas. La verdad es que los servicios de este bar en cuestión eran idóneos para encontrarse esperándome a un psicópata pirómano esquizofrénico y caníbal. Tal vez sea que tengo demasiada imaginación, pero estuve allí el menor tiempo posible, y a todo meter me lavé las manos. No se me pudo escapar un suspiro de alivio cuando, sana y salva, volví a la compañía de mi familia.

Supongo que todos tenemos nuestros miedos un poco idiotas.

martes, 29 de diciembre de 2009

Oda a la hilaridad II.

''Éramos muy jóvenes, Mike y yo. Estábamos de vacaciones con Interrail y decidimos pasarnos por Suiza para visitar a una alocada amiga. La conocimos en Londres en la escuela de inglés, pues en Suiza se habla alemán, italiano, alemán suizo y francés, todos hablan alemán y al menos otro de esos idiomas, pero curiosamente, no inglés. Bueno, el caso. Se alegró mucho de vernos, y uno de esos días en los que nos enseñó su ciudad, tenía que pasarse por casa de unos amigos, (suizos, claro) y nosotros la acompañamos. Llegamos, entramos, y nos presentó, muy sonriente. Dijo que éramos una pareja de estudiantes, que yo era húngara, que Mike era español, cómo nos conocimos, la típica historia, a qué nos dedicábamos, y cosas así. Cuando ya llevaba un rato hablando, me di cuenta de una cosa. ¡Qué bien entendía el alemán! No recordaba que supiese tanto. Entonces, me fijé en los amigos que nos estaba presentado, y la estaban mirando con los ojos como platos, sin decir ni una sola palabra. Ella seguía cotorreando y yo la seguía entendiendo. De pronto, caí en la cuenta. Estaba presentándonos a sus amigos, sí, hablando, pero en inglés. Cuando terminó, ni sus amigos dijeron ''Encantados.'', ni nosotros tendimos nuestras manos. Nos miramos unos a otros unos segundos. Mike también había caído en la cuenta. Ella nos miraba, un poco extrañada. Y, de repente, todos prorrumpimos en carcajadas. Estuvimos más de cinco minutos por los suelos, llorando de risa, con esos desconocidos que no habíamos visto en nuestras vidas. Fue inolvidable, (se ríe). ''
Testimonio real de Atina.


Ah, las carcajadas.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Oda a la hilaridad.

''La miré, y me reí a carcajadas.''
''Él no pudo reprimir una carcajada.''
''Todos irrumpimos en carcajadas.''

Carcajada. Me encanta esa palabra. Ah, es tan agradable, una carcajada. Difícil de plasmar por escrito (el burdo jajajajaja poco se le acerca).

Reírse a carcajada limpia. ¡Qué placer!


''Ella se sentía muy incómoda. Estaba esperando al autobús, y se había encontrado con ese chico de su clase que no le caía especialmente bien. Tampoco le parecía mala persona, ni estúpido, pero la verdad es que apenas habían hablado nunca, nada más que saludarse, o ''¿Qué nota has sacado?'' o ''¿Qué hay de tarea?'' o cosas por el estilo.


Total, que tampoco tenían ninguna razón para ignorarse, pero tampoco para hablarse, pero para no quedar mal, ella empezó por saludarle. Él había cruzado la carretera delante de sus narices, y sus miradas se habían encontrado en un microinstante, así que ya no podía fingir que no lo había visto. Además, esta perspectiva le parecía un tanto cobarde. Pero, de todas formas, allí estaban, deseando estar en cualquier otro lugar del mundo menos allí, tras haberse medio sonreído y saludado. Los temas banales tipo ''qué rollo, esta profesora, qué tonta'', ''cómo voy en esta asignatura'' o ''qué frío hace'' ya se habían acabado, y tal vez no estaba pasando mucho tiempo, pero a ellos ese silencio se les estaba haciendo eterno.


Como ya he dicho, ella se sentía muy incómoda. Le apetecía hacer lo que siempre hacía, esperar al autobús, ponerse música en su iPod, desconectar, observar a la gente, escuchar conversaciones, o simplemente, sumirse en sus pensamientos. Pero no, allí estaba él, que de hecho ahora le estaba pareciendo realmente estúpido (¿¡a quién se le ocurría fastidiarle ese momento cogiendo justo esa villavesa a esa hora?!), haciendo como que estaba pensando qué decir (bueno, podía ser que realmente estara pensando qué decir). Ya estaba pasando a sentirse molesta, aunque en realidad no habían dicho nada más.


Y de pronto, un señor con prisas pasó junto a ella corriendo y, sin querer, la empujó. Ella, desprevenida como estaba, se tambaleó peligrosamente, nunca llegó a entender cómo demonios, pero se le torció el tobillo derecho y se tambaleó aún más peligrosamente, y, probablemente, aún más ridículamente. Tras un juego de manotazos y bamboleos desesperados por mantener el equilibrio, que se le antojaron interminables, en los que todos los que se encontraban a su alrededor mantenían la expresión de terror por el posible golpetazo que se avecinaba, de pronto, encontró estabilidad y volvió a su posición natural. 


Estaba, ahí, de pie, como si nada hubiera pasado. ''Bueno, he sobrevivido, a pesar de todo.'' Su compañero la miraba de una manera muy extraña. De pronto, ella se vio desde fuera, como bailando samba con el cuerpo lleno de pulgas y borracha, en su macarrónico intento por salvarse de una aparatosa calabazada, y lo comprendió. Se miraron a los ojos, y algo hizo clic. Ambos estallaron en sonoras carcajadas sin poder evitarlo.


Cuando ya no les quedaban lágrimas, y les dolían los músculos de la cara de tanto reír, se volvieron a mirar a los ojos, y sonreían, pero esta vez, de verdad, divertidos, alegres, sinceros.
Ella hoy recuerda ese clic con infinito cariño. No sabe si fue el destino, pero después de muchos clics, y no tantos, surgió otro.




''Ah, las carcajadas.''

sábado, 12 de diciembre de 2009

Una película para olvidar.

Tantas veces comentado, tantas veces experimentado. Aunque sea una película francesa, siempre se sentirá decepcionado tras ver una adaptación al cine de un libro.
Si no es porque los personajes no tienen nada que ver con la dulzura de la novela original, es porque han transformado un lindo cuento en una amarga y pesimista historia.
Se acepta que no puedan incluir todo lo del libro... Pero asesinar rasgos de los protagonistas, momentos cruciales, escenarios inolvidables... Agh. No tiene perdón.


Mi película para olvidar de hoy es El erizo. Obviamente, no merece la pena. Uno sale con tan mal cuerpo de esa grotesca forma de contar uno libro precioso...



La elegancia de la marmota. ¿No es un título más apropiado? Suena a parodia, pero es que prácticamente, esa película lo era. Una parodia de una hermosa Oda a La vida.





El libro es La elegancia del erizo. Merece la pena una y mil veces.



Ps. Por supuesto, la excepción que confirma la regla es El curioso caso de Benjamin Button.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Sonrisas.

Lo leí en un lugar, me gustó, me agradó. Es lindo.

A sonreír se aprende habiendo llorado mucho. Cuando te suena demasiado cualquier principio. Cuando deja de sorprenderte cualquier final.A sonreír se empieza en cuanto se aprende a soñar flojito. Es inefable.Pásate varios años con demasiadas ilusiones sin cicatrizar, y a todos tus sueños les acabará saliendo una arruga. Y como no los vayas revisando y actualizando de tanto en tanto, algún día te verás explicándoles por qué ya no pueden salir a la calle vestidos de marinerito.Pero hoy no quiero hablar de sueños. Sino de sonrisas. Y hay muchísimas maneras de estirar la boca.

Para empezar, uno puede sonreír para sí mismo o puede sonreírle a otro. Se trata de sonrisas completamente distintas, sobre todo porque mientras la primera es por donde se escapan ideas alegres y recuerdos indelebles, la segunda constituye el símbolo universal de la complicidad. En este último caso, muchos aseguran que dedicarle a alguien tus labios puede resultar tan contagioso como un bostezo en el metro. Luego están las sonrisas que enseñan los dientes y las que se hacen las interesantes. Nada que ver las unas con las otras.
Creo recordar haber leído que el ser humano, junto a algunos primates, es el único animal del planeta que no enseña los dientes como señal de defensa o agresividad, sino justamente de todo lo contrario. A partir de ahí, todas las demás. Sonrisas de idiota y sonrisas de listillo. Sonrisas falsas, sonrisas malignas, sonrisas tímidas, arrogantes, sonrisas payasas y sonrisas desesperadas. Sonrisas que invitan a un primer paso y sonrisas que declinan toda invitación. Sonrisas verticales, horizontales, de medio lado, de medio pelo y hasta en diagonal. El catálogo de sonrisas humanas se complementa con formas de bocas, accidentes faciales y jardines dentales, hasta crear las infinitas combinaciones que en teoría, y sólo en teoría, deberíamos estar presenciando continuamente. Y es que una variable clave dentro de esta inusual ecuación consiste en el momento en el que decide hacerse presente. Para cualquier otra expresión física, hay que tener muy en cuenta cuándo se manifiesta. Para la sonrisa, no. Da igual la situación en la que te encuentres, una sonrisa bien dibujada siempre te va a ayudar, a ti y seguramente a los demás también. Sí, incluso en un tanatorio, en un accidente y en una ruptura sentimental.

Para terminar, matización importante. No confundirse. Sonreír no tiene nada que ver con reír. Simplemente comparten letras. La sonrisa crece. La risa estalla. La sonrisa calla. La risa berrea. La sonrisa escucha. La risa habla. Pero si se puede sonreír incluso mientras se llora. Con eso está todo dicho. De cualquier modo, si hay algo que realmente me fascina del acto de sonreír es lo mucho que se obtiene frente a lo poco que cuesta. Lo poco que abunda frente a lo gratis que es.


¿Cuántas cálidas sonrisas has dedicado hoy?

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Una ficha técnica. (Un tanto peculiar)

Nombre: Menestes Hórtez
Edad: Irritantemente inadivinable. Obviamente mayor de 16 años, obviamente menor de 30 años. Ninguna otra pista.
Altura: Tipo 1,70 algo más.
Peso: No creo que oscile en lo anormal. (Poco importante)
Cara: Pálida, gafas cuadradas grandes y negras. Ojos oscuros. Pelo largo y oscuro. Con complementos poco comunes: sombreros, gorros... (Oscuros).
Aspecto físico general: Indumentaria estrafalaria (y oscura), algo siniestra.
Halo que la rodea: Misterioso, inexplicable, intrigante, siniestro.
Comportamiento: Definitivamente Raro. Aparece por clase cuando le apetece. Pasa todas las tardes en la misma biblioteca. No habla. No mira. No sonríe. No saluda.
Interrogantes surgidos tras su observación: ¿Tendrá padres?¿Vivirá sola?¿Cómo será su casa?¿Y su habitación?¿Y su diario, si lo tiene?¿Y su móvil?¿Qué pensará?¿Tendrá amigos?¿Y tendrá voz?
Posibles teorías sobre lo que hace en su tiempo libre:
-Conoce un mundo mejor y especial, en otra dimensión, al que sólo ella tiene acceso a través de un portal mágico, en el que tiene su vida, y sus amigos. (Demasiado fantástico)
-Es la hija secreta de una profesora del colegio que no la quiere reconocer, y entre todo el personal docente de éste la cuidan y la tienen por ahí. (Demasiado telenovelesco)
-Es un genio, tiene un cerebro increíble y viene para entretenerse de vez en cuando al colegio. (Demasiado peliculero)
-Simplemente es una tía extraña. (Demasiado poco imaginativo)
Conclusión: Puede que sea mucho menos interesante de lo que aparenta su investigación.